La larga procesión de Amia Venera Landscape

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lavrenti

    Es preciso, sin duda, ir todavía más lejos: desear, más allá del final de un género, el de todos los otros, el del arte. Privado de todas sus escapatorias, el hombre tendría el buen gusto, proclamando su deasistimiento, de suspender su carrera, aunque no fuera más que durante unas cuantas generaciones. Antes de comenzar de nuevo le sería preciso regenerarse por el estupor: a lo cual le incita todo el arte contemporáneo en la medida en que éste suscribe su propia destrucción.


Dicen que comienza un año nuevo y seguimos adelante, hiriéndonos las rodillas sobre las losas del tiempo pero aún avanzando. En esta ocasión con un nueva joya del mestizaje de estilos duros de la mano de los italianos Amia Venera Landscape y su apabullante disco de debut, The Long Procession, publicado a finales del mes de diciembre. Las fronteras entre estilos son cada vez más débiles y aparecen grupos alterglobalizadores que bien pueden surgir del metalcore pero se encuentran influenciados por el "sin dios" post. Así puede haber tremendos pasajes ambientales tras una progresión math, y tanto gusto por el doble bombo al sprint como por el púmbleo doom. Dos voces sí, pero no sólo porque el estilo lo demande, sino porque la trama lo merece. No están ahí por decreto, sino que ganan presencia o desaparecen si es necesario, tanto es así que amplios espacios para los desarrollos únicamente instrumetnales. Los relacionan a Underoath, Coalesce, Isis, Cult of Luna... ¿por qué no Abandon? Al final da igual, Amia Venera Landscape.



Lo importante es que el disco mueve a la emoción, en los extremos a que estamos habituados por estos lares, abandono y soledad, dolor et furia, con vistas a generar catarsis y renovación. Consecuencias inevitables, quizá deseables, de haber hipotecado egoístamente nuestra esperanza a la presencia y acción del otro. ¿Cómo enfrentarnos a las no mensurables consecuencias de la pérdida? No sé si la mejor forma es a base de tormentas sonoras y gritos sin fuero, pero a nosotros nos sirve.



Hecha la introducción, resumamos antes de profundizar con abundancia de párrafos floridos nada más que para nuestro propio regocijo. Esto es lo que hay, y esto es lo que nos gusta, tú decides si te interesa y quieres apoyarles entrando a su perfilen bigcartel:

  • temas largos.

  • desgarro en las voces principales.

  • secundarias claras y con flow.

  • extensos desarrollos instrumentales.

  • progresiones ascendentes post.

  • doble bombo.

  • desarrollos lentos cuasi-sludge.

  • padecimiento grandilocuente.

  • atmósferas.

  • pianos sobre atmósferas.

  • reverberaciones sobre atmósferas.

  • etc. sobre atmósferas.




1. Empire
2. A New Aurora
3. Empty Hands Will Burn First
4. Ascending
5. Glances (Part I )
6. Glances (Part II )
7. Marasm
8. Nicholas
9. Infinite Sunset of the Sleepless
10. The Traitors' March


    ella camina como si la lluvia cayera unos pasos atras suyo,
    ella se mueve con los vientos y las nubes por encima suyo,
    ella vence al tiempo con maremotos,
    escogiendo el momento, el ritmo de mi respiración.

    acepto la soledad
    le doy una oportunidad
    escogiendo momentos


Iniciada la escucha en el cadalso violento del mathcore terminal de Empire, un minuto de gloria intermedia nos hace pensar que habrá mucho más allá si sacrificamos el orgullo y avanzamos con constancia y firmeza de ánimo por un disco exigente. El piano abre los cielos para la llegada de Una nueva aurora; vence la oscuridad, ama del olvido, para que resurjan consciente miedos y decepciones creído vencidas y el odio domine de nuevo nuestra alma enferma. Oleadas de furia seguirán llegando hasta nosotros una vez que entregamos nuestros sueños como alimento para los cuervos en My hands will burn first. La segunda voz de Marco Berton habrá ido haciéndose hueco para bajar el tono y dulcificar los puñetazos de Alessandro.

Hasta ahora nada sorprende, tan siquiera la alta calidad, en la propuesta de Amia Venera Landscape. Por ello es necesario llegar hasta Ascending para poder hacerse idea de la amplitud de miras de la banda; una instrumental de ocho minutos con principio noise que en otro disco podría haber sido incluída como brillante final pero con caracter accesorio. Aquí no, aquí aparece para transformar un disco, detener una deriva y ampliar conceptos y sentimientos; congela el odio, la actitud agresiva y resitúa el punto de mira hacia el único sujeto merecedor de juicio y castigo, uno mismo.
    Purifica la adicción al recuerdo
    de las cosas que dejaste sin hacer.
    La pena parece que durará para siempre,
    tengo lo que merezco.




Alcanzada la paz cediendo la derrota, asumidos los propios errores seremos dignos de disfrutar los catorce minutos instrumentales de Marasme. Si hemos llegado aquí, viviendo el proceso, sufriéndolo, seremos dignos de la gloria del vencido. Nos habremos librado del abrazo del yo egoista que nos arrastró en su caída y tendremos un momento para la contemplación extática. Poco a poco empezaremos a sentir fuerzas de nuevo surgidas de un nuevo fuego purificador interno para ascender las laderas hasta la cúspide que corona el disco en la parte final. Habremos dejado atrás nosotros la lluvia y en la cima seremos dueños del viento.
    Ascendiste y caiste;
    es lo que merecías.
    Morirás como un mentiroso,
    persiguiendo tu patética verdad.
    Aquí nadie mantiene el orgullo
    que expusiste con demasiada luz,
    del que abusaste.




Habiendo separado lo rechazable de nuestro ser, hallado el significado en el castigo, la bendición en el cuchillo clavado a nuestra espalda, prepararemos la última escena, alcanzada siempre demasiado tarde, con voluntad renovada, sin necesidad de absolución y lejos de toda mirada. Desterrada la inconsciencia, adquirido el conocimiento, da comienzo el infinito atardecer de los insomnes mientras a lo lejos continúa la marcha de los traidores; habremos de bajar de nuevo, enfrentarnos a las mentiras buscando redención en el cambio, la transformación por la cual ser recordados.
    Veo la forma, veo la forma, veo como ella se sumerge en el agua
    y estoy lejos de entender como ella se funde con el océano.
    El faro puede dirigirme allí
    donde la fe se ahoga intacta pero
    todavía estoy aquí.
    Hoy, de nuevo hoy,
    esto no significa nada para mí
    .



    Para oír ese tono, nos hace falta aprestar en nosotros un desierto... Si lo logramos, los acordes atraviesan nuestra sangre, nuestras venas se dilatan, nuestros secretos tanto como nuestros recursos aparecen en nuestra superficie, en la que el asco y el deseo, el horror y el arrobo se confunden en una fiesta oscura y luminosa. La aurora de la muerte se levanta en nosotros. ¡Trance cósmico, estallido de las esferas, mil voces! Nosotros somos la muerte y todo es la muerte. Nos arrastra, nos lleva, nos arroja al suelo o nos lanza más allá del espacio. Intacta desde siempre, las edades no la han desgastado. Cómplices de su apoteosis, sentimos su frescura inmemorial y ese tiempo que no se parece a ningún otro, que le es propio, y que nos hace y nos deshace sin cesar. Mientras nos tenga y nos inmortalice en la agonía, no podremos nunca permitirnos el lujo de morir; y aunque poseamos la ciencia del destino y seamos una enciclopedia de fatalidades, empero nada sabemos, pues es ella quien todo lo sabe de nosotros.

E. M. Cioran - La tentación de existir