Arditi, digresiones sobre la guerra

Comparte en:
lavrenti

Cantamos en alabanza a la guerra.
No en el sentido en que la gente muere,
sino en el que la gente permanece viva.


Con esta máxima se presenta el cuarto trabajo (tercera flor muzikera) del dúo sueco Arditi formado en 2001 por el Puissance Henry Möller y Marten Björkan bajo el influjo del Futurismo (no el rajoyesco) y tomando el nombre de las unidades especiales del ejército italiano de la Primera Guerra Mundial.


Fue este cuerpo el que, tomando la camisa y el fez negro de los Fiamme Nere, inspiraría las fuerzas de choque del Partido Fascista (se habla de una mortandad del 90% en misión) y como organización (Associazione Nazionale Arditi d'Italia) apoyaría el experimento de de D'Annunzio como Duce de la Regencia italiana de Carnaro para anexionar la ciudad de Fiume a Italia, contraviniendo el tratado de Rapallo que daría origen al Estado libre de Fiume croata. Su final sobrevendría tras el bombardeo de la ciudad por la armada italiana en 1920.


Otros formarían los Arditi del Popolo en 1921 para luchar contra el ascenso de Mussolini, llegando algunos de ellos a combatir en la Guerra Civil dentro de las Brigadas Internacionales.


Arditi proviene del verbo Ardire y se podría traducir por los que se atreven y, más ampliamente, como los bravos. Sirve por tanto como idea central para una música que se interna por los procelosos terrenos del marcial post-industrial con arreglos neoclásicos. Y lo hace con la suficiente calidad para destacar dentro de una escena que me provoca cierto aburrimiento (Across the Rubicon, A Challenge of Honour) salvando al borrico de Karjalan Sissit, Der Blaue Reiter y los grandiosos Triarii.



1. Omne Ensis Impera
2. Der Angriff geht weiter
3. Decisive War
4. Perserverance Is All
5. Profound Truths
6. Sons of God
7. Onwards!
8. Cladem Nescimus
9. Endkampf




Su música no está orientada al gusto de las masas, y éste, su cuarto trabajo Omne Ensis Impera (me dicen que podría ser Dios gobierna mediante la espada), machaca voluntades con sus obsesivas percusiones y atmósferas. Tan pronto se eleva lo sacro en la apertura como avanza a empellones épicos de cuerda en Der Angriff Geht Weiter y se hunde en el tenso ambiental de cortes como Profound Truths con discursos sobre nacionalismo, democracia y guerra que se nos escapan tras la barrera del idioma.

Leemos en Heathen Harvest que la guerra les resulta interesante ya que sirve para soñar con cómo deberían ser las cosas y superar la miseria en la que vivimos ahora mismo. Toman por tanto las ideas del, ya nombrado, futurismo de la guerra como forjador del carácter del individuo y del grupo, y gran forma de higiene para eliminar lo caduco y avanzar hacia el futuro. Otros podemos pensar que las guerras son la forma en que los capitales nacionales tratan, por un lado de destruir su producción sobrante, por otro dirimir sus luchas por el mercado, y subsidiariamente enfrentar a la clase obrera y romper su unidad transnacional. Es por eso que recurrimos al lema de ni guerra entre pueblos, ni paz entre clases.

Su definición de la guerra no deja de ser un poco cutre en cuanto Björkamn dice que la guerra y el conflicto ayuda a la gente que normalmente no piensa más allá de que pondrán en la tele a concentrarse en lo que es importante, qué son ellos y qué es lo que quieren para sus vidas. Más cuando nos retrotaemos a una Primera Guerra Mundial resultado del auge nacionalista y las políticas imperialistas enfrentadas que fue recibida con alborozo en las calles a su inicio por el pueblo, pronto tornada en odio hacia las clases dirigentes cuando decenas de miles de jóvenes morían en una guerra de trincheras sin sentido.

No en vano provocó la remodelación de Europa con la desaparición y transformación radical de Imperios como el otomano, ruso, austro-húngaro y alemán. Monarquías con siglos de historia fueron extirpadas de raíz por los movimientos revolucionarios de los pueblos. Quizá habría elaboraciones marciales más interesantes en los meses de noviembre del 17 y el 18... ya vendrá Ju-87 a llenar el vacío presente tras las banderas y los escudos nacionales.


Volvamos brevemente a lo musical para destacar creaciones musicales como Decisive War o la enervante Onwards que consiguen crear los mejores pasajes y completan el mensaje emergente en el disco. Son of God elabora la idea de Arditi de la religión no como creencia y práctica sino como sentimiento de pertenencia a una misma esfera cultural. Björkman se declara ateo y luterano.

Cladem Nescimus, sin embargo, naufraga en la ambientación ya que parece más una creación cyberpunk que neoclásica; algo que sí consigue Endkampf con la colaboración en las atmósferas del productor del disco, Nordvargr. Aparece con fuerza la destrucción y la muerte como consecuencia del enfrentamiento bélico, algo que, a pesar de toda declaración, está siempre presente en la música de Arditi que en ningún momento genera una interpretación positiva.


Su forma de glorificar la guerra es muy oscura y genera desazón bajo el fantasma del sufrimiento. Así, su música no es gloriosa y alegre, ni trata de mantenerse fría y distante, sino que genera sentimientos de desencanto e incluso diría desagrado. Visto así no encajaría del todo con sus declaraciones pero esto depende de mi interpretación.

Podéis sacar las vuestras propias oyendo los temas presentes en su myspace o adquiriendo el disco en Equilibrium Music. Viene presentado en un bello digipack desplegable con portada labrada. Ediciones limitadas de otros trabajos eran más detallistas, incluyendo hasta una bandera con el logo del grupo, pero ésta es, cuando menos, correcta.


In alto le insegna.
Da prodi noi vogliamo
la civiltà salvar!


Artículos relacionados: