Inocencia y belleza en el mundo de Alcest

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lavrenti

Plenos de nudos nos hallamos y de ellos en ocasiones surgen nuevas ramas por las que continuar recibiendo necesaria luz. En otras se cierran en sí mismos y colapsan en brotes que no revientan hasta recibir el calor de discos como Souvenirs d'un autre monde.

Es entonces, de forma totalmente imprevista, inmerso uno en una realidad con tendencia a la incolora desesperanza, cuando al oirlo se abren brechas por las que es posible asomarse a los sentimientos e impresiones de un, otro, mundo que hace tiempo dimos por desaparecido o inexistente.

Mundo en breves destellos de iris resplandecientes y sonrisas, en esmeraldinos colores de hojas iluminadas por los últimos rayos de la tarde primaveral, en evocadoras figuras de nubes errantes junto a orillas arañadas por los embates de la ascendente marea. Así es el particular Tir Nan Og de la Eterna Juventud que Alcest tendrá a bien regalarnos el muy próximo 6 de agosto.

Antes de entregarnos a una maravillada contemplación, centremos el artículo en un contexto (político) cultural. Alcest es uno de los muchos proyectos de Neige, aunque representa, según sus propias palabras, la parte más profunda de mí, la esencia de mi espíritu, a pesar de los factores sociales y los eventos diarios que lo construyen. Alcest es el núcleo.

Peste Noire es black para rituales satánicos (según él mismo), en lo-fi y con demos como Aryan Supremacy (ojo ! que no es BM nazi); Amesoeurs trata de alterar el dark wave con voces más duras en atmósferas urbanas, y de Forgotten Woods queda mucho por ver pero parece que ahondará la vía misántropa y ruidosa.

Alcest es totalmente diferente a todo esto, a pesar de que comenzase como black en la demo Tristesse Hivernale. Un EP intermedio, Le Secret (tengo que agradecer a Lolo que me lo hiciese conocer), marcaría la ruptura entre la etapa inicial y los post-rockeros y luminosos Alcest actuales (a pesar de mantener voces desgarradas en Elevation), hasta el punto de que Neige los considera dos grupos distintos. Este EP le valió para firmar con Prophecy Productions nada más y nada menos que por cinco discos !

Leamos su definición, Alcest "intenta evocar una atmósfera primaveral llena de belleza, alegría intensa y luz, aunque también anhelo y nostalgia. Trae a la memoria recuerdos lejanos de inocencia y felicidad de la infancia así como imágenes de un reino fantástico en perfecta armonía. "

Y en entrevista para Kaledoiscope nos dice que:
    Creo que no he tenido un buen sueño en años. Utilizo éstos (los malos) para componer para Amesoeurs. Por otra parte, los sueños que me inspiran para Alcest son sueños de día, visiones en las que he tenido la oportunidad de sentir y capturar retazos de este delicado y radiante "otro mundo" que relato en mis canciones.


Y así su música de otro mundo se expresa en creaciones de gran intensidad emocional positiva, con una fuerte integración en el sonido post-rock (aunque afirme no haber recibido influencia de los shoegazers) de guitarras y bajos tejiendo melodías sobre fondos nebulosos en torno a guitarras rasgadas, y voces claras ligeramente agudas. Así recuerda fuertemente en sensaciones a sigur rós y Múm.

He visto quien identifica el efecto de su música con Yann Tiersen (p.ej. BSO de Amelie) aunque creo que resulta menos alocado y silvestre. Su actitud ciertamente rememora recuerdos de infancia (aparentemente ya tan lejanos y desconectados) y fueza a una exploración curiosa con fondo de extrañeza y comedimiento, a pesar de que el entorno sea amigable, pues la explosión emocional puede suceder en cualquier momento.

Printemps emeraude permite rememorar las muchas voces que se mezclaban a las puertas del colegio y cuando caminabas de la mano siempre más rápido de lo que podías. Véais los claros y sombras de las hojas y te maravillabas a pesar del latente temor a que cayeran las orugas.

Será en sus momentos finales cuando cerremos fuertemente los ojos y sintamos la energía que nos haga reverdecer y nos fuerce a aflorar lágrimas como si del cerezo en Ohanami se tratase.


La canción que da título al disco me genera la idea de que, creando temas de gran belleza y emotividad, se diferencian e otros grupos como Mono en que no me mueve a la tristeza por lejanía ni a la desesperanza. Incluso Les iris, canción que más me gusta y más complicada de superar me resulta, mantiene la sensación creada de "posibilidad", de que ésta es alcanzable. Puede que sean sólo equivocadas apreciaciones y la extraña, quizá ilegítima, sensación de confianza, pero ahora mismo refulge. Dancemos en vertiginosos días de Saturno en torno al abismo.

Ciel errant, aún con su brillante final, y Sur l'autre rive je t'atte attendrai son pasajes de plena asunción, de plena vivencia, inmersos ya en la existencia alternativa construída por el disco; aunque por momentos comience a aventurarse la despedida inminente siempre superada por el interesante final instrumental en la ribera que da paso a la ampulosa Tir Nan Og.


Es inevitable que mañana el ciclo se cumpla y se ciernan sobre nosotros de nuevo las sombras. En el entreacto, permanece, observa y captura jirones de alegría; por más que queden sólo en recuerdo, fueron presagio devenido en sensación y en presente. Se torna asible la belleza.

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