NIN - Barcelona 30-06-2005

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Nine Inch Nails es una banda culto, de eso no cabe duda, a pesar de su importante repercusión mediática (no en España desde luego) y las millonarias ventas, los seguidores de la formación de Trent Reznor siguen formando un grupo compacto que profesa dedicación absoluta a los padres (o uno de ellos) del rock industrial. El staff de Muzike se siente parte de ese movimiento "freak" que ha vibrado durante años con la que es probablemente una de las propuestas musicales mas extraordinarias de las últimas décadas. Desde esa perspectiva, trataremos de narrar lo que ocurrió el día el 30 de Junio en Barcelona.

Sobra decir que los tickets se habían agotado hace meses y el nerviosismo se mascaba en las inmediaciones de la sala momentos antes de la apertura de las puertas, seguramente un alto de porcentaje de la gente que por ahí pululaba había llegado de diversos puntos de España, seis años entre conciertos es demasiado tiempo para una banda de la magnitud de NIN.

Si la ciudad condal era una sauna de por si, lo del interior de la Razzmataz no tenía nombre, apenas sin ventilación, el golpe de calor al cruzar las puertas ya avisaba que presenciar al grupo iba a ser toda una penitencia, efectivamente lo fue y los charcos (no es un recurso literario) de sudor tras la finalización del concierto, configuraban una estampa verdaderamente dantesca, lo nunca visto.

El telonero, Saul Williams, sonó francamente contundente. Cierto es que con tanto sonido enlatado (solo DJ y voz en directo) jugaba con ventaja, pero fue todo un shock para los profanos (se entiende, madrileños por ejemplo) escuchar un sonido tan envolvente.

NIN salta al escenario, toda una declaración de principios empezar el show con “Wish”, un aviso de cómo iba a ser el setlist. Siguieron “Sin” (muy potente), “The Line Begins to Blur” y la primera gran sorpresa de la noche, una versión maravillosa de “March Of The Pigs”, con la banda muy compenetrada con el público. A continuación llegó el impacto de escuchar las primeras notas de “Something I Can Never Have”, esa fue la tónica de toda la noche, el juego de tocar los temas más íntimos y emocionales inmediatamente después de las canciones de locura industrial.

“Terrible Lie” (cuanto Pretty Hate Machine!) y “Burn” fueron los siguientes golpes, llega “Closer” y nuevamente pillando al público despistado enlaza con “The Frail”, ésta, a su vez, se funde de forma maravillosa con “The Wretched” creando un tema doble indescriptible, uno de los momentos cumbres de la velada.

Tras el shock, la banda norteamericana nos regala “Even Deeper”, “Reptile”, “Love is not enough” y “Suck”, siempre con una acústica perfecta.

Es en este momento cuando aterriza la locura, posiblemente el climax del concierto, una interpretación mastodóntica de “Gave Up”, con la banda y público entregada al completo. Sin tiempo para coger aire, Trent Reznor se planta solo en el escenario y con su teclado empieza a tocar el clásico de la banda “Hurt”, lamentablemente un sector de los asistentes comenzó a dar palmas las partes intermedias, fuera de lugar en mi opinión y en la de otro grupúsculo de la audiencia que lanzó un sonoro “sshh”, para mas inri, un energúmeno tiró un objeto (botella o vaso) al escenario que por muy poco no golpeo al líder de la banda, una pena que “Hurt” nos dejara ese “algo” de mal sabor de boca.

El espectáculo prosiguió con “You know what you are?” y “Starfuckers”, durante esta última, Reznor golpea la guitarra contra el suelo, termina el tema y ante el estupor del público se encienden las luces, una forma un tanto desconcertante de terminar el concierto, a nadie se le escapó que algo no cuadraba, y efectivamente la banda tenía prevista finalizar el show con “Head Like a Hole” pero en el último momento decidieron interrumpir la actuación, todavía desconocemos el motivo.


El concierto fue corto, apenas hora y media, pero ya nos estamos malcostumbrados a las mini-actuaciones de los grandes grupos internacionales, una pena. Aaron North (Guitarra) fantástico, Jeordie White (bajo y antiguamente conocido como Twiggy Ramírez) muy estático, quien le ha visto y quien le ve. Jerome Dillon en su linea demostrando ser un fantástico batería.

Una noche especial para la comunidad NIN y una espina que se sacaron muchos de los presentes, esperemos que no tenga que pasar otro lustro para que podamos vibrar en vivo con esta banda que definitivamente se merece una pagina (si no un capítulo) en la historia de la música, no solo por lo revolucionario y rico de su música, sino también por esa forma especial de hipnotizar a sus seguidores durante años.

Por ultimo destacar, que a pesar del setlist de ensueño que trajo NIN (sin centrarse en el último disco), se vieron unos “post-goth” trasnochados abrazados y reclamando en una sala ya prácticamente vacía “Beside You in Time”, y es que el público siempre tiene la razón ;)


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