Los Archivos Perdidos: Khlyst, gruñidos en nuestro nombre no

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lavrenti

Cuando comenzaba a parecer que los Archivos Perdidos de muzike.org estaban más vacíos que las confesiones de Lavandera, reaparecen para acercarnos lo que fue el inclasificable (o sí) trabajo de Khlyst. El nuevo proyecto del guitarrista norteamericano James Plotkin dió lugar a Chaos is My Name, esfuerzo de experimentación ambiental y noise, a partes iguales, y redondeado con caos, terror y discordianismo.

Nos cuentan que James comenzó tocando metal en la banda OLD (niiiidea) con el vocalista Alan Dubin. Ambos dos acabarían tomando su propio camino con el proyecto Khanate, recientemente desaparecido. Mientras, ha acumulado a lo largo de su carrera más de cien reseñas editadas en todos los formatos, tanto como guitarrista como productor, con grupos como Scorn, Flux o Sunn O))) en Veils It While; hasta acabar uniéndose a Runhild Gammelsaeter (ex Thorr's Hammer) en este primer trabajo de debut.

Sus grabaciones son invariablemente únicas y extremas. Cada trabajo es un completa huida del anterior, satisfaciendo la necesidad de explorar diferentes, y en ocasiones desconocidas, avenidas de sonido y composición.

El disco ha sido editado en el sello HydraHead Records (de grupos como Merzbow e Isis) y cuenta con el sugerente artwork de Stephen Kasner. Rompe cáscaras y máscaras a través del concepto de la manzana de la discordia en la que la diosa griega Eris (de la discordia) escribió Kallisti (para la más bella) y dejó en la boda de Peleo y Tetis, y por la que comenzó la pelea entre Hera, Atenea y Afrodita que degeneró en la Guerra de Troya al decidirse Paris por... (dáaasela a Ateneeea) Afrodita a cambio de Helena de Esparta.



Y de la discordia surge el caos y la cosmovisión de un disco tan extraño como sugerente y, para nada, musical... Tan pronto estás sometido a guitarras torturadas con voces quejumbrosas y "griñentes" (término muzike.org) como te sumerjes en ambientaciones de aterradora calma con cadenas retorciéndose en la lejanía (herederas de lustmord o desiderii marginis).

Las ambientaciones caen en la morbidez con tratamientos crueles de guitarra y batería, y voces desgarradas elevadas desde las más recónditos parajes. Temas como V alcanzan cotas de excelente absurdo con gemidos, gruñidos y baterías deslabazadas que llegan a sobrecoger, o VII que nos acerca ruidosamente a las cercanías de la Casa Negra mientras los gruñidos de Runhild nos hacen experimentar extrañas sensaciones y desesperación (como ver a Monarch! en directo).


En general, me gusta más que otros discos de ambiental porque el uso de los drones y las voces lo vuelven más activo, y más que el noise porque aunque amelódico y arrítmico sí parece tener un sentido narrativo y emocional. No es un disco de acompañamiento, para oir en segundo plano, y tampoco uno para canturrear en la ducha. Sí encaja perfectamente en las madrugadas solitarias y con poca luz cuando los destellos y las sombras se mueven a nuestras espaldas siempre a resguardo de nuestros previsoras miradas atrás.


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