Es preciso, sin duda, ir todavía más lejos: desear, más allá del final de un género, el de todos los otros, el del arte. Privado de todas sus escapatorias, el hombre tendría el buen gusto, proclamando su deasistimiento, de suspender su carrera, aunque no fuera más que durante unas cuantas generaciones. Antes de comenzar de nuevo le sería preciso regenerarse por el estupor: a lo cual le incita todo...