Yob, ruido y Silencio

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lavrenti

..un corazón pesado cerrado como un puño codiciando esperanza...


En el Cese Absoluto los mares cambiarán de posición, las más altas montañas se hundirán y las tierras serán arrasadas, los hombres y todas las cosas llegarán a su fin y todo vestigio antiguo será destruido... y, aunque pudiera parecerlo por la potencia abrumadora del nuevo disco de Yob, The Great Cessation no será un épico apocalipsis terrenal. Si seguimos las palabras de Mike Scheidt, lo que podremos encontrar es la revelación, no la búsqueda, en suspenso de todo sentimiento y pensamiento.

Es lo que no puede ser nombrado y no puede ser concebido. Como apunta Mike, en el momento en que intentamos describir un estadio emocional o espiritual mediante el uso de la palabra se establece una distancia y por mucho que se apunte hacia él, seguirá siendo más que un puente una muralla. Este disco es un espejo, no va a decirte que es lo que tienes que hacer, pero tampoco que es lo que refleja. La sabiduría por tanto debería nacer de la respuesta intuida en el oyente, no desvelada.

Entonces, ¿qué sentido tiene un artículo dedicado a un disco que debe ser experimentado y no expresado? ¿Cuál es el sonido de la palmada dada con una sola mano? Un pescado en el arbusto al final del jardín. Pero el proceso hacia una visión más clara no lo obtendremos mediante la meditación y la quietud, sino a través del rugido y la exacerbación de los sentimientos más profundos de sufrimiento y rabia.

Creo que hay mucha frustración en este nuevo disco, y está ahí de forma genuina, no hay que apuntar hacia ella de por sí, es algo personal. En lugar de tener una discusión metafísica ligera se parece más al sentimiento del monje Zen que te golpea con una vara. Es más oscuro y hay mucha más ira, pero no es nihilista, no condena al mundo al fuego y dice que nosotros estamos encendiendo la llama. Es más un intento de despertar siendo sacudido.

Volvía a resugir Yob tras una época muy complicada para Mike en la que tuvo que pasar por procesos judiciales con el proyecto que sucedió a éste en la separación de 2006. Tras meses de peleas de abogados y juicios en torno a la cuestión del nombre, finalmente tendrían que borrar todo el rastro de lo hecho, prohibiéndose incluso referenciar al grupo y su disco, a pesar de haber sido editado por Metal Blade Records.

Más que un ajuste de cuentas, el disco quizá haya servido para expurgar todo el resentimiento acumulado para alcanzar un estado de observación maravillada. Es por ello que quizá tras el muro atronador de sludge doom pesado y muy "heavy" estilísticament que nos proponen en sus extensos cinco cortes se halle la posibilidad del silencio contemplativo. ¿Será posible alcanzar el satori experimentando con mente abierta y receptiva una avalancha brutal de electricidad y percusión? ¿Alcanzaremos el vacío sometiéndonos a la agresión sensorial que nos proponen? ¿Alcanzaremos jirones de conocimiento mediante la experimentación de la catarsis?


Sometida nuestra mente a los furiosos embates desde el mismo comienzo de Burning the Altar, apagando los mantras iniciales, quizá se vea liberada de la maraña de distracciones internas para tornarse pura atención en total presente. Puede que para poder seguir avanzando tengamos que emerger malheridos de entre los escombros.

The Great Cessation resulta ser el disco más pesado de la formación hasta el momento aunque mantengan elementos del sludge que dignificaran en el pasado, pasajes psicodélicos y un común eminemente retro. Y aunque haya espacio para algún riff extendido (como en Breathing from the shallows), el sonido es más rugoso llegando a abrasivo, y su desarrollo mucho más brusco. La voz de Mike aunque siga teniendo resonancias osbournescas es mucho más agresiva y directa, como en los gritos iniciales y finales de Silence of Heaven.

Así acontece en los primeros cuatro temas ya que el último, que da nombre al disco, superando los veinte minutos, comienza con un gran guitarra en mono y se va desarrollando lentamente de forma muy suave. Parsimonioso pasaje, en nada frío, que me genera una extraña añoranza de algo que ni siquiera se ha vivido, recuerdos inexistentes basados en pasados posibles eliminados en el camino. Sirve de preparación para, con sobriedad y presencia de ánimo, afrontar otro difícil trance de abuso sónico. Los drones finales se irán extinguiendo pero habremos de continuar por un tiempo con los ojos cerrados disfrutando de la ausencia y de la brisa, anuncio de un complejo otoño por llegar.


El nuevo disco se editó en el mes de julio en el sello Profound Lore Records y contaron en la producción con la inestimable sapiencia de Sanford Parker (Minsk). Antes de terminar debo agradecer el que cantabrianwoods me permitiera conocerles con su anterior disco, The Unreal Never Lived, del que podemos ver en vídeo Quantum Mystic... dame doom y dime tonto.



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