Abandon.. Johan será recordado!

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lavrenti
    Y soñé que cogía el revólver, y sentado lo dirigía directamente al corazón... al corazón, y no a la cabeza; puesto que, cuando me lo propuse, tenía pensado dispararme precisamente en la sien derecha. Lo dirigí hacia el pecho, esperé un par de segundos, y tanto mi vela como la mesa y la pared de enfrente se movieron y se sacudieron de repente. Me disparé lo más aprisa que pude.

    A veces, cuando uno sueña, cae desde una gran altura, o le están dando un navajazo, o le pegan, pero en ningún momento siente dolor, al margen, claro está, de que realmente se dé un golpe desde la cama hasta despertarse a causa del dolor. Del mismo modo me sucedió a mí: yo no sentí dolor, pero se me figuró que con mi disparo todo en mi interior se sacudió; todo se había apagado y alrededor de mí oscureció terriblemente.

    Pareció que me había quedado ciego y mudo; y he aquí que permanezco tumbado sobre algo duro, completamente estirado y boca arriba, sin ver nada y sin poderme mover en absoluto. Alrededor de mí va y viene gente gritando; se oye tronar la voz de un capitán, grita la casera; y de pronto otra pausa, y ya me están llevando metido en un ataúd cerrado. Puedo sentir cómo se mueve el ataúd, pienso en ello, y, por primera vez, me impresiona la idea de estar muerto, de estar completamente muerto, de saber y no dudarlo; no veo y no me muevo, mientras que siento y pienso. Pero pronto me conformo con ello, y con normalidad, igual que en el sueño, acepto la realidad sin rechistar.

    Y ya me están enterrando. Todos se van y me quedo solo, completamente solo...



Abandon grabaron los instrumentos para la continuación al apabullante In Reality We Suffer a finales del año 2005. Durante tres años se fueron alargando las tomas de su vocalista Johan Carlzon mientras los problemas se multiplicaban. Ajeno a todo esto visitaba su web y myspace relativamente a menudo y siempre sin novedad, hasta que llegó el mes de diciembre y una noticia acababa con todas las esperanzas. Johan moría el 17 de diciembre debido a una sobredosis.

La banda no se dió por vencida por este hecho y ampliaron el disco hasta convertirlo en uno doble, de forma que las letras, la voz y el diseño del disco permanezcan como motivo de orgullo y monumento al talento único y la persona de Johan. Añadieron nuevos temas instrumentales como homenaje y recuerdo, y terminaron de trabajar el sonido, contando con el órgano de Mehdi Vafaei, dando lugar a un extensa obra de arte torturado, presente desde la misma portada y el interior con los dibujos del propio Johan. Se titula The Dead End.

We gave it all on this one. Johan will be remembered!

Verlo en preventa en Black Star Foundation y sentir la necesidad de conseguirlo fueron todo uno, escucharlo y dejarme abatir por su desproporcionada desesperación lo esperado y temido. Sabía que este disco iba a dejarme marcado, por muchos motivos; In Reality We Suffer marcó una época muy compleja de mi vida y éste llegaba para confirmar las experiencias ya vividas con el plus de peligrosidad de la tragedia que había rodeado su grabación.

La muerte marca el final de una existencia insatisfactoria y una trayectoria musical reflejo de un infierno autoimpuesto. Si uno pudiera verse desde fuera probablemente se enojaría al ver el grado de postración que se ha aceptado una vez que se ha renunciado a alcanzar las estrellas, a reintegrarse con el otro que no es uno mismo. El hielo se ha instalado en el alma y amarga es la superficie...

Ya pasó el tiempo de sangrar para permanecer despierto y sonreir para esconder el dolor, y quizá sea por esto que cada uno de los temas destile amargura y desesperación con una lentitud exasperante y la voz rugiente de Johan, cada de una de cuyas frases son inevitablemente interpretadas como profecía cumplidas y por ello imposibles de ser negadas. Y si el grupo ya contaba con poderío destructivo, se acentúa con el órgano de Mehdi que por las circunstancias se impone en gran parte del disco con carácter fúnebre. Y cuando los muros de sonido se derrumban seremos testigos de la nada devoradora en drones congelados.

La denuncia de la realidad presente en las letras se ha invalidado por los hechos y así toda expresión ha resultado vana y no hay cabida ninguna a la esperanza. Los latigazos de potencia, ardientes en Lost We Are, no hacen más que arrancar jirones de mente que jalonan un camino de devastación y perdición.
    El pasado es un océano sin orillas y para siempre estaremos perdidos en la tormenta
Doblada la cerviz, todo está signado por un sufrimiento hiriente que lleva al temblor. Ni siquiera surgen las lágrimas pues trabaja a otro nivel, aún inferior. El conocimiento del final y la aceptación de la inevitabilidad de la derrota, en este holocausto emocional que nos han brindado, acaba generando una sensación indolora. No es el momento de golpearse el pecho con los ojos crispados, sino de derramar barro negro de indignación por la boca.

Lo que me lleva a preguntarme, ¿por qué sentir esta falta? Por alguien a quien ni siquiera conocíamos. ¿Qué tipo de conexión se puede establecer con él si no se sabe nada? Sólo se tiene la reconstrucción interesada de la tragedia, un proceso del que se desconoce todo. ¿Cómo era su vida familiar? ¿Cómo eran sus amistades? ¿Qué vivencias hubo de experimentar para acabar sus días de esta forma ? No hay vínculo, pero la pérdida parece real. ¿Qué tipo de identificación hacemos con su historia? ¿Acaso estamos llevando el terror a nuestro propio dominio?
    Las sombras me siguen en el descenso,
    guían mi camino a través de este infierno del ser
    .


Todo es desesperación y hay violencia reprimida (como en Falling into place), que de alguna forma se ha redirigido a uno mismo (mejor) aunque haya devenido en esta obra de apocalipsis autorealizado dirigido hacia el oyente. Cada tema es una elogio lacerante a la desesperanza, Lost We Are nos golpea durante seis minutos y se vuelve sublime hacia su parte central mientras Johan repite los buites no esperarán en vano. Uno recuerda haber visto que en el Tíbet, cuando alguien muere, su cuerpo es troceado y entregado a las aves para que se alimenten. Son los funerales celestes y no carecen de sentido...


    Nunca aprendí a aprender de mis errores,
    perdido persiguiendo un sueño


Aún con todas las dudas expresadas en párrafos anteriores, uno acaba conectando con el sentimiento de sus compañeros de grupo cuando escucha el primer lamento instrumental de Eulogy. Tiene que ser por fuerza real, no puede ser una loa falseada; asumo que hay un sentimiento con el que uno puede empatizar. Enlaza con la explosión de In reality suffer, afirmación que ya se encontraba en su disco anterior y a la que parece estar dedicado todo el esfuerzo de este grupo, un ejercicio vacío de expresión del dolor. Quizá todo se resuma en la afirmación en realidad sufrimos, en vano nos marchitamos y morimos.
    Todo tiende a perderse
    todos estos sueños rotos.
    Frente a tí caí desde la gracia,
    para nunca volver a levantarme.


Y esperando las migajas llegamos al segundo disco que se abre con otro rejón acústico que da paso a una extensa creación instrumental que a golpe de sludge con teclados nos debilita mentalmente para la llegada de It's All Gone. Cada nota de los teclados en su parte central es una palada de tierra más que nos separa de un Johan que nos devora en palabras...
    Por un segundo
    ví esperanza en tus ojos
    Tomó otro segundo enfocar
    y darte cuenta
    de que todo se ha acabado...


No hay momento en esta extensa obra que no sea sublime, magno en la destrucción y en el anuncio del fin de una era de negación. Colgad a los mentirosos, colgad a los ladrones!, nosotros mismos. Así asumamos que no somos las víctimas, somos las presas... no somos inocentes (fumamos cigarrillos y jugamos con bombas). Un drone doliente nos entregará a There is no escape.
    He intentado escapar,
    una huida desesperada,
    todo en vano...

    lo único que cambió
    fue la tierra bajo mis pies
    la mancha permanece
    así como esta puta verguenza.


Cierra el disco un segundo elogio; dieciocho minutos que hemos de vivir como una necesaria aceptación. No hubo remedio, y aunque suene a tópico, la vida tiene que seguir aunque el avance sea tan lento que no sea perceptible por momentos, y la persistencia de los recuerdos nos haga temer incluso el retroceso. Aunque la vivacidad en los colores del exterior se haya perdido y todo sentimiento deje translucir el vacío de la pérdida, que es en último término la expresión más sincera de uno mismo una vez que de origen fuimos arrancados y separados en el proceso de la toma de consciencia. En Johan no estaremos como así nunca lo estuvimos en el pasado.

En muchas noches nos entregaremos al trance autodestructivo de la escucha de esta hora y media larga de sludge doom arrastrado con la esperanza de que sirva como depuración y de que, de esta nueva derrota, aprendamos alguna pequeña lección existencial que nos sirva para seguir resistiendo. Aún en estado de privación sensorial.


    Aparecieron los orgullosos y los voluptuosos que exigían directamente todo o nada. Para obtenerlo recurrían al criman, y de no conseguirlo, al sucidio. Surgieron religiones de culto al no ser y a la destrucción, con el único placer de la eterna futilidad. Finalmetne esa gente se cansó del absurdo esfuerzo, y en sus rostros se dibujó el sufrimiento, y proclamaron que el sufrimiento era la belleza, ya que únicamente éste tenía sentido. Dedicaban canciones a sus sufrimientos. Yo daba vueltas sin saber qué hacer, y lloraba por ellos, pero los amaba probablemente más que antes, cuando en sus rostros aún no había sufrimiento y eran tan inocentes y maravillosos. Llegué a amar su mancillada Tierra más que antes, cuando aún era paraíso, sólo porque en ella había aparecido el dolor.

    Ay! siempre amé el dolor y la pena, pero única y exclusivamente para mí, mientras que ahora lloraba por ellos y me compadecía de ellos. Les tendí las manos desesperado, culpándome, maldiciéndome y despreciándome a mí mismo. Les decía que todo aquello lo había hecho yo, y sólo yo, que yo les había llevado la perversión, el contagio y la mentira. Les rogué que me crucificaran, les enseñé cómo se hacía la cruz. No podía ni tenía fuerzas para quitarme la vida yo mismo, pero deseaba cargar con sus penas, ansiaba las penas, ansiaba que sobre esas penas se derramara hasta la última gota de mi sangre. Pero ellos se limitaban a burlarse de mí y a tomarme por un chiflado. Me disculpaban, diciendo que recibieron aquello que ellos mismos habían deseado, y que todo cuanto entonces sucedía no podía no haber sucedido. Entonces el dolor penetró con tanta fuerza en mi alma que mi corazón se estremeció y me sentí morir; en ese instante... bueno, en ese instante, me desperté.

    El sueño de un hombre ridículo - Fiódor M. Dostoievski


Los cuadros son de Zdzislaw Beksinski.


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