Tindersticks, esto...

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lavrenti


Comienzas a escuchar la introducción de The Hungry Saw y vuelves a sentir las mismas sensaciones. Son Tindersticks, así que pronto aparecerá la voz de Stuart Ashton Staples y la espiral comenzará de nuevo a girar. En apariencia ascendiendo o descendiendo pero siempre quieto el cuarzo, y, obviarlo es imposible, encerrado.

Han sido cinco largos años los que han tenido que pasar desde que Waiting for the Moon marcara el final del camino y decidieran darse tiempo. Tampoco nos abandonaron del todo, ya que Stuart A. Staples publicó dos discos y aparecieron algunos directos como las maravillosas sesiones en la BBC, pero han sido tiempos difíciles y demasiadas reescuchas.

En estas calurosas noches de verano, superadas gracias a la ligera brisa, se sorprende uno al darse cuenta de que ha pasado mucho tiempo desde que en aquel año 1998 conoció al grupo en las emisiones en directo de los conciertos de Benicassim. Let's pretend, Her, Talk to me, Jism y, sobre todo, Raindrops sonaban tan dulcemente decadentes escuchadas tumbado en la cama en una habitación a oscuras que dejaron su impronta para siempre en un corazón todavía joven y anhelante.


Convertida en banda fetiche, compartida con decenas de miles de personas, llegaron más discos y más actuaciones radiadas y una sensación general de experiencias vividas y por vivir representadas. Canciones que nunca me cansaré de oir sintiendo que aunque todo parezca visto y hecho, este morir lentamente parece mejor que pegarse un tiro. Sólo es la sensación de cansancio, mi amor, que pasará cuando pueda tumbarme y descansar un poco. Hasta entonces, en la barra con un vaso dando vueltas entre las manos.



Nadie como ellos, o quizá sí, han sabido representar la sensación pasajera de hastío y desesperanza. Nadie como ellos, o quizá sí, han sabido ponerle cuerdas a la derrota y el abandono. Y en ese estado hacer surgir la más profunda y dolorosa belleza, en toda su sensualidad, deseada.

Hay quien les considera snobs, simples edulcoradores de sonidos que no les son propios. Sin embargo, creo que tras esa pretenciosidad y exageración de la decadencia del crooner fumador y alcohólico, exagerando la presencia de las máscaras, existía un rastro de sinceridad y, lo que es más importante, una reacción empática de aquel que se acercaba sin restricciones a su música. Será que me vuelvo líquido viendo esta actuación para la televisión...



En septiembre de 2006 se reencontraban sobre un escenario para tocar su segundo disco al completo en los conciertos Don't look back, y comenzaba a surgir la necesidad de un nuevo disco. Un sentimiento más grande que seis músicos... y sus diferencias.

Sin embargo, el grupo se vió reducido finalmente a Stuart, David Boulter y Neil Fraser, pero pudieron seguir adelante con una larga lista de colaboradores, circunstancia habitual en un grupo que llena su música con violines, chelos, saxos, trompetas y clarinetes.

1. Introduction
2. Yesterdays Tomorrows
3. The Flicker of a Little Girl
4. Come Feel the Sun
5. E-Type
6. The Other Side of the World
7. The Organist Entertains
8. The Hungry Saw
9. Mother Dear
10. Boobar Come Back to Me
11. All the Love
12. The Turns We Took


Es con Yesterdays Tomorrow cuando aparece el órgano y la voz de Stuart cuando comprendemos que todos nuestros problemas y aquellas noches, todas nuestras esperanzas y maravillas están aquí, con los vientos creando bellísimas melodías movilizadas reiteradamente por la leve percusión y los teclados. Y si en el parpadeo de una pequeña niña entendemos que todo lo demás no tiene importancia, en Come Feel The Sun vuelven las sensaciones de inasibilidad con el chelo sobre piano de Andy Nice.

Tras el intermedio relajante, menos emocional, de E-Type nos adentramos en una de esas canciones que no tienen salida; The Other Side of the World, aparentemente grabada en una sola toma con la ayuda de las cuerdas de Lucy Wilkins y Calina de la Mare...


Stuart te agarra no demasiado fuerte como para romperte y no demasiado flojo como para dejarte huir al otro lado del mundo en el que poder gritar y sentir que eres un extraño para todos y todos te son extraños. Si tan sólo pudiera traerte aquí y decirte todas las cosas que nunca te dije, como el saber de aquellas lágrimas que escondes como si no pudiera oirlas.

The Organist Entertains es una instrumental cuyo sentido se puede esconder en el propio título que da paso a disco The Hungry Saw. Casi festivamente nos sitúan en las manos del diablo para que atraviese la piel, los músculos y los huesos hasta llegar al corazón y haga crecer la conocida y placentera oscuridad.



Mother Dear nos convence antes de la compulsiva guitarra de que no todo es tan serio, después de todo siendo el tono grave pero no dolorido a pesar de que el cielo se está derrumbando esta noche. Esperamos placenteramente a que termine y dé paso a Boobar Come Back to Me, otra de las canciones que me atraparon desde un principio con su creciente intensidad y el juego de las voces, y me mantuvo apresado hasta All The Love.
    All the love
    all the love inside me
    is on its way
    is on its way to find you
    don't try to hide
    from my love for you


Y todo el amor en tí y todo el amor en ellos que puede tornarse lentamente en odio y que nos obliga a atravesar el miedo y el dolor, y romper con la infancia y el presente y el mundo, y que, aún así, nos hace estremecernos con sólo pensar en un leve roce de los dedos. Los coros en esta canción corren a cargo de Suzanne Osborne.


The Hungry Saw acaba con la confesión de Stuart en The Turns We Took y un nuevo tamiz intrincado de violines, guitarra y percusiones que deja en el punto más alto de intensidad musical de un disco que gravita continuadamente entre el down-tempo y los temas más cargados de instrumentación, sin llegar a la ostentación de otros trabajos.

Si tuviera que responder qué he sentido escuchando Tindersticks a lo largo de estos años y porqué he esperado insconcientemente impaciente este disco, la respuesta es complicada. De alguna forma, y tan solo en parte, me sirven para aceptar la imposibilidad (y la necesidad) de alcanzar lo que anhelo. Otros discos y grupos me hacen revolverme, otros zaherirme; éste caminar delicadamente por encima del empedrado de un camino de derrotas (gracias Rosa Luxemburgo)...

Comenzamos saliendo despacio de la cocina de Stuart en la introducción para acabar sintiendo este disco como un agradable reencuentro en el que la felicidad no termina de desbordarse por la sombra de una separación de tantos años. Una referencia inevitable para romper la opresiva quietud de las noches de este caluroso verano.

i jumped on that new stream
i travelled down to the show
i screamed into the wave
but i still hear that voice



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