Los Archivos Perdidos: My Dying Bride, la línea de los reyes
lavrentiMeses ha costado encontrar la situación perfecta para encarar el comentario del que fuera nuevo disco de My Dying Bride, aparecido a principios del mes de octubre del año ya fallecido. Sidra, tabaco de flores, y fiebre en ascenso. La tos es recurrente aunque aún no deje rastros de sangre en mi pañuelo (todo se andará)... así que tomemos otra dosis de extracto de belladona, como nos enseñó el Conde de Lautréamont, para afrontar un nuevo embate brutalmente romántico y depresivo a nuestras vivencias y recuerdos.
La banda de Halifax, junto a paradise lost y Anathema, forjó la popularidad de un estilo de música tan alejado conceptual y musicalmente de lo que era la comercialidad (no refiriéndome a las radiofórmulas sino al heavy metal en sí) como lo es el doom. Tomando de inicio conceptos de Black Sabbath y la gravedad de las primeras bandas como Saint Vitus y Candlemass, añadieron elementos del death para romper definitivamente en aquellos principios de los años 90. A diferencia de las otras dos bandas, y tras un período de mayor acercamiento a la música extrema, es a partir de The Dreadful Hours que My Dying Bride deciden retomar el camino iniciado en aquel mágico y esencial The Angel and the Dark River, y se mantienen fieles a sus valores.
Música lenta, tediosa e intrincada, en la que las ambientaciones románticas y sensuales acaban decayendo en escenarios de derrota y pesimismo absolutos. Son temas lentos, abordados con tranquilidad por un Aaron Stainthorpe aparecido en un tiempo al que no parece no pertenecer; aunque en ocasiones se aceleren y despeñen por sendas truculentas con voces forzadas o quejumbrosas.
Ha sido esta forma de crear ambientaciones y narrar historias las que han hecho que cada dos años nuestras esperanzas se desmoronen y nos entreguemos de nuevo al luminoso, sufrido e (in)necesario, destructivo y divertido, complaciente y vanidoso juego de la autocompasión.
A cientos de situaciones y sentimientos se les ha buscado un sentido en letras que se han reinterpretado a conveniencia; se han vislumbrado miles de matices que no tenían porque existir, han inspirado textos y, de una forma u de otra, su música ha germinado en el interior de nuestras vidas.
La unión que siente el redactor con sus discos hace que la crítica sea absolutamente parcial (que nadie se meta con mis my dying!) y que sólo pueda ser valorada interpretándola como la experiencia de un absoluto fan ante un nuevo disco de una banda que admira y ama.
1. To Remain Tombless
2. L'Amour Detruit
3. I Cannot Be Loved
4. And I Walk With Them
5. Thy Raven Wings
6. Love's Intolerable Pain
7. One of Beauty's Daughters
8. Deeper Down
9. The Blood, The Wine, The Roses
Y era entonces el mes de octubre cuando tan expectante como temeroso me preparaba para escuchar A Line of Deathless Kings. Había decidido mantenerme lejos de su primer single, Deeper Down, y de los primeros comentarios para enfrentarme por entero al trabajo en su totalidad. Sinceramente la primera escucha fue decepcionante. ¿Qué había ocurrido? ¿Dónde estaban las emociones desatadas? ¿Dónde quedó la abrumadora sensación depresiva?
Los habíamos visto en directo en verano en Metal Way y fue maravilloso. ¿Había cambiado algo en su sonido o había cambiado algo dentro de mí? Me había parecido un disco correcto; en general, más asequible y con un Aaron ciertamente más relajado que nunca, e incluso con alguna invitación heavy aparentemente extemporánea; pero, sobre todo, muy poco "sentimental". My Dying merecían nuevas oportunidades así que comencé a oirlo con asiduidad, y fue entonces cuando el disco comenzó a desplegar ante mí todas sus virtudes.
Comenzó con detalles; unos platillos, una atmósfera, una voz agonizante, un riff... hasta que me descubrí oyéndolo al completo totalmente absorto. Entonces comprendí que lo habían hecho otra vez, habían tallado sutilmente una joya maldita. Desde entonces se ha vuelto una referencia recurrente, presente en los primeros puestos de last.fm a lo largo de los últimos meses de un moribuno año de transformaciones y pérdidas. Sólo superado en el total anual por Ordo Rosarius Equilibrio, Morgana vs Morgana y Amon Amarth, con discos aparecidos unos meses antes.
He leído críticas no demasiado buenas. Me da igual; para mí, finalmente es un disco que, de nuevo, me desestabiliza, destruye mi voluntad y me hace sentir. No puedo entrar a valorar si es mejor o peor; sólo se que es otro disco necesario de (des)esperanza real. Vuelvo a sentir una empatía absoluta con sus ambientaciones y situaciones; en un disco que entra de forma más decidida que otros en la senda épica aunque sin abandonar sentimientos desesperados, como sólo se les permite a ellos hacerlo.
Nos presentan historias de señorío perdido, en decadencia, quizá surgido de la simbólica línea hereditaria, que da título, de reyes no muertos. Asistiremos a su continua degradación e impotencia para actuar sobre una realidad que se desmorona ante sus ojos sin ser posible su intervención, y sin poder optar al descanso agradable y definitivo.
Así comienza grave, y aún grandilocuente, con To Remain Tombless donde hay pasajes abandonados de bajo, con atmósferas y guitarras crispantes coronadas por voces quejumbrosas o magnificientes:
Hazme volver. Joven era yo;
entre sus brazos podíamos volar.
Gris soy yo, y totalmente solo
siento que estoy lejos del hogar
El tema es un canto tan aguerrido como doloroso a una pasado perdido, resultando sorprendente como juega con la potencia musical y la sensibilidad de la voz de un Aaron mucho más natural, como seguirá durante el resto del disco.
L'amour detruit pasea por terrenos a los que estamos más habituados en sus últimos discos; engarzando romanticismo y amor ligeramente erótico, en pasajes donde los miembros se entrelazan y los besos llegan mientras me pierdo en sus oscuros ojos.
Tiene unos breves momentos de tensión donde se impone la sensación de pertenencia, aunque no llega la temida catástrofe y abrazados nos internamos en la oscuridad de la nada donde nadie puede encontrarnos.
Cálido, suave, liso, mío!
El final abandonado de piano de este tema unido al órgano de I cannot be loved resulta fastuoso; donde finalmente sí asistiremos a la tragedia de la relación entre amor y muerte. El momento en que nos narra:
Dios, te quiero. Sólo sé mía
porque te me apareces todo el tiempo.
Tu dolor; él me habla
Tu dolor; él realmente me habla y puedo oírlo bien
Da lugar a una subida que nos entrega desarmados al que quizá sea el momento más intenso de todo el trabajo y tan sumamente duro para mí (no lo comparto).
Este enlace que tenemos no puede durar
porque me está matando.
Adiós, mi amor.
Por favor, aléjate
y llévate mi dolor.
Uno de los primeros detalles que me hizo sentir que había algo más que no había conseguido ver en un principio fueron los platillos iniciales de And I walk with them. Aquí convierte el dolor de la ausencia en una lucha existencial con un dios que te abandona a construir tu propio camino enfrentado a demonios amenazantes que te odian. No queda más que seguir avanzando, ensombrecida la existencia y carcomido el cuerpo. Contiene uno de los mejores riffs del disco con una voz apremiante y un doble bombo demoledor.
Thy raven wings comienza con un solitario piano que abre uno de los principios más épicos del disco. Expulsados del Edén batallan los pueblos ante la mirada impotente del rey sin dominio. En definitiva, pasan los días, uno tras otro, rodeados por el hedor de la decadencia.
Y llega la destructora Love's intolerable pain donde las preguntas dispuestas a debilitarnos se abatirán sobre nosotros. ¿Qué ocurre si el dolor intolerable del amor nunca se va? ¿Y qué si amamos a alguien que sabemos que no deberíamos amar? Ahonda con cruda crueldad en las heridas que hemos ido creándonos entregados a sentimientos que dejamos libres a pesar de conocer los riesgos...
Incide directamente en ellas desarmando, dañando y adelantando el frío que se instalará en nuestros corazones.
One of beauty's daughters continuará arañando algo interno; los miedos al abandono, a la pérdida, y a la amenazante muerte, aún así deseada. Acaba en un curioso loop deformado de baterías con guitarras huidizas que enlazan de forma perfecta con Deeper down...
Primer single y canción que aparenta ser experimental, como intento de llegar temáticamente incluso más bajo de lo que nunca My Dying Bride han estado. Un esfuerzo de superación poética para crear una situación tremedamente sufrida. Un universo perverso y atroz que atenaza el rey no muerto, que vive la desgracia de un mundo azotado por el dolor y la desesperanza. Sólo le queda implorar ser liberado de alguna forma...
My Dying Bride - Deeper Down
Hasta que llega la batalladora (y sorprendentemente heavy a pesar de su engreído inicio) The Blood, The Wine, The Roses donde recupera de nuevo la entereza y cabalga a la búsqueda de Ella, la muerte, en cuyo juego todos participamos.
Desea su ardiente gracia, el honor de ser escrutado por sus definitivos ojos, y finalmente en su beso se entrega finalmente al padre. En abandono definitivo...
Sólo aparente, pues cual maldición rediviva reaparece en un último arranque para amenazarnos con furia...
Atormentadme, vosotros jodidos bastardos!
Os buscaré, una vez que me haya alzado de nuevo.
Mirad hacia atrás!
Acabaré con vuestras ennegrecidas y despreciables almas.
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