Black Light Burns - Cruel Melody
painLa salida de Wes Borland de Limp Bizkit supuso para muchos una definitiva pérdida de rumbo para la banda, no en vano siempre se le consideró la piedra angular de todo lo interesante (mucho o poco) que se podía encontrar en la formación de Florida. Su contrastada solvencia como intérprete, la capacidad creativa y su incuestionable carisma han sido motivos suficientes para despertar la simpatía del público desde hace más de una década. Tuvo que volver a bizkit para que el grupo lograra poner en la calle el decente The Unquestionable Truth (Part 1), pero el retorno de Borland no le salió gratis a Geffen. Da la impresión de que el guitarrista nunca se ha sentido completamente satisfecho en la exitosa banda, así que según se cuenta (o cuenta Fred Durst) nuestro hombre aprovechó la coyuntura para imponer una condición insalvable al sello: Black Light Burns.
Así coge fuerza el proyecto que nos ocupa, un lugar donde Wes Borland trata de verter sus obsesiones sonoras y dar forma a todo aquello que no acabó de cuajar en sus anteriores proyectos personales. El resultado es francamente estupendo y en parte sorpresivo. Pero sólo en parte, porque si bien no nos esperábamos un trabajo tan redondo surgido de algo que no deja de ser un prototipo de banda (al más puro estilo NiN, con un único miembro fijo y equipos de músicos diferentes para estudio y directo), si miramos el plantel de personajes que han colaborado en Cruel Melody llegamos a la conclusión de que el dardo iba volando en la dirección correcta desde el mismo momento en el que salió de la mano izquierda de Wes. Y digo mano izquierda porque la derecha ha sido indudablemente en el gran Danny Lohner, el mejor freelance que se puede encontrar en esta industria. Pasarán los años y es probable que nadie se vuelva a acordar de él, yo personalmente pretendo construirle un templo en un futuro cyberpunk no muy lejano. Si además sumamos a gente como el pluriempleado Josh Freese, obtenemos un elenco de artistas casi inmejorable.
El plástico se abre con la atractiva Mesopotamia, una suerte de stoner tipo queens con cariz protoindustrial. Ya desde este primer tema se hace patente que Wes Borland está perfectamente capacitado para cantar, da la talla más que de sobra. En el segundo tramo de la canción vivimos un arranque baterístico con sintes entremezclados que es un claro guiño a nine inch nails. Referencia que se mantendrá durante todo el disco y que nos retrotraerá a la banda de Reznor constantemente, aunque curiosamente a la faceta más rockera de este último, como si la inspiración llegara más del sonido y estilo de los directos de NiN.
Animal es una de las mejores creaciones, con un fondo guitarra sintetizada y distorsionada que engancha desde el primer instante, desarrollándose en una estructura muy ambiental alimentada por un estribillo fantástico, globalmente haciendo las delicias de los amantes de lo industrial. El disco tiene un gran trabajo a sus espaldas, en términos de producción es sencillamente perfecto (es lo que tiene trabajar con Lohner) y está plagado de acertados arreglos. Lie es el single del álbum, con potente base electrónica y un deje totalmente Nine Inch Nails que la convierte en la indicada para reventar escenarios. Wes deja su impronta con la guitarra, elemento que ayuda de forma importante a imponer personalidad al álbum, atributo presente a pesar de las referencias a otros grupos que puedan a aparecer. Coward se desmarca un poco de las pistas anteriores, con estupendos interludios de 6 cuerdas y coros en ese estribillo que a modo de himno recita: 'cause I will always, Hurt everyone I love. If I were you, I'd run away 'cause it's true. Una joya.
Con cruel melody nos topamos de nuevo con la capacidad creativa e interpretativa de Wes Borland, en este caso a merced de un medio tiempo con mucho swing, un aire de clase y elegancia que nos demuestra que estamos ante algo que va más allá de un refrito de sonidos de otras banda. En el tramo final del tema se desata una amalgama de intensos gritos que terminan de empaquetar la canción que da título al disco.
The Mark quizá sea uno de los escasos momentos en el que se hace un guiño al nu-metal a través de sus riffs pesados y entrecortados, que son un puente a uno de los momentos claves del LP: "I Have Need". Como si de un auténtico crooner se tratara, Wes nos introduce en una canción absolutamente maravillosa y que supone un punto de inflexión en lo que a originalidad se trata. De lo crooner se pasa a algo parecido al stoner y a continuación si cerramos los ojos creeremos que estamos en medio de un puente puramente (exageradamente) A Perfect Circle. Discurso que acaba de convencernos de que Cruel Melody es un disco muy serio, muy estudiado, nada parecido al experimento de un músico despechado que quiere "probar" en solitario.
No podía faltar un estribillo que nos recuerde a Limp Bizkit, y el momento llega con 4 Walls, un hit de melodías pegadizas (y aptas para la radio todo sea dicho). El noveno corte, Stop a Bullet te dejará de una pieza. No sólo es uno de los temas más potentes del disco, sino que desborda nuestros buches ávidos de originalidad gracias a la introducción de trompetas (!!) en una jardín de riffs y progresiones de batería, decorando la composición de una forma tan efectista que hasta logra arrancar una sonrisa.
None of Yours es mucho más convencional y, a riesgo de que algún aficionado desee internarme en un sanatorio, por momentos me recuerda a Jane's Addiction, no me pregunten el motivo, seguramente la respuesta sea más absurda que el propio símil.
De esta forma llegamos al tramo final del disco. Me imagino a Danny Lohner encerrándose en el estudio de grabación cual hikkikomori, con sus sintes y su pianito, gritando "No salgo de aquí hasta que metamos 3 temas ambientales!!!". Brillante y emotivo triunvirato formado por New Hunger, I Am Where It Takes Me e Iodine Sky. Atmósferas, teclados evocadores, guitarras lejanas, bases inquietantes que son el paisaje del viaje que es esta especie de minidisco que conforman los últimos 20 minutos de Cruel Melody y ponen la guinda a uno de los mejores álbumes de lo que llevamos de año.
Sonido compacto, espíritu contemporáneo, implicación en los detalles y sin apenas pasajes de relleno. Cruel Melody es un compendio de grandes temas influenciados por grandes grupos, pero con el toque añadido de la voz y la guitarra de un Wes Borland que parece haber encontrado definitivamente el camino.
"Estuve hablando con Trent Reznor, enseñádole estos temas cuando todavía estaban en su infancia. Y él dijo 'estás cantando como si hubiese alguien durmiendo en la habitación de al lado. Deberías intentar abrir la puerta'. Sabes, es realmente fácil hacer música electrónica instrumental guay y ponerle unas voces suaves por encima, pero es mucho más difícil escribir canciones actuales y hacer que golpeen a la gente'.
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