Luigi Rubino, a la Luna

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lavrenti

Púsoseme el sol,
y la noche obscura
para condenarme
en sombras me ofusca.
Voy desesperada,
mas, ¿qué luz divulgan
las sombras que al cielo
en montes sepultan?


Púsosome el sol, salióme la noche - Andrés de Claramonte y Corroy


Tras la última danza originaria, del gran impacto naciste quedando por siempre cercanos, por siempre separados, y no volverás a ser nuestra hasta que avenga tu final. No pudimos ser nosotros hasta la escisión, madre que permaneces vigilante apenas asomada en nuestras sombras, hermana testigo de nuestra lucha contra la carestía, amante deseada e inalcanzable.

Fragmentos de vida quedan desperdigados en la estrecha acera que nos separa y nos preguntamos por qué dos pasos se sienten como un salto al vacío; insoportable temblor al tratar de convertir lo imposible en lo probable. Cada uno en su lugar, forzados, la nostalgia se desborda por todos esos futuros que quedaron desperdigados en otras ramas del espacio y el tiempo, teniendo que ser ésta, de la infinidad de posibilidades, aquella en la que estamos separados.

Fueron demasiadas lágrimas en otoño ocultas tras paredes y puertas, y si se pudiera escuchar el diálogo de una mirada cruzada, si surgiera voz en los ojos, habría palabras de reproche, arrepentimiento, comprensión y perdón... y ¿quién sabe si alegría una vez afrontado todo deseo?

Melancólica Lisboa queda sólo en el recuerdo, poderosa, así como aquel tiempo antes del amor de angustia, entonces dulce, donde la indecisión y las esperanzas mostraban una realidad monocroma vibrante y vívida. Nada podía anticipar el choque y las inmensas mareas de manto que se elevaron hasta cubrir cielos que aún éramos demasiado jóvenes para haber siquiera imaginado. Lentamente se fue posando como un glaseado de polvo sanando heridas ardientes, pero tras las nubes se encontraba la certeza de lo irreconciliable. Así habrá de ser largo nuestro invierno.

Él es ella...

Mis palabras de hijo dirán difícilmente
algo a un corazón de mí tan diferente.
Sólo tú en el mundo sabes de mi corazón
lo que siempre fue, antes de cualquier amor.
Por eso tengo que decirte lo que es horrible reconocer:
germina mi angustia en el seno de tu gracia.
Eres insustituible. Por eso está condenada
a la soledad la vida que me diste.
Y no quiero estar solo. Tengo un hambre infinita
de amor, del amor de cuerpos sin alma.
Porque el alma está en ti, eres tú, pero tú
eres mi madre y tu amor es mi esclavitud:

Esclava fue mi infancia de este sentimiento
alto, irremediable, de inmenso compromiso.
Era la única manera de sentir la vida,
la única tinta, la única forma. Ahora se acabó.
Sobrevivimos: y es la confusión
de una vida recreada al margen de la razón.
Te lo suplico, ay, te lo suplico, no quieras morir.
Estoy aquí, solo contigo, en un futuro abril...

Pier Paolo Pasolini - Poesia in forma di rosa



Y cuando la música se termina,
los bailarines se separan y se miran como si estuviesen desnudos,
y deciden si merece la pena seguir tocándose
o sólo fueron meros objetos en el infinito equilibro universal de los planetas.

Kutxi Romero (Marea)


Si el año pasado tuvimos la grata experiencia de poder escuchar el primer trabajo de Edo Notarloberti, ahora nos llega a través de Prikosnovenie el estreno de Luigi Rubino bajo el título de A Theme for the Moon. Unidos en Ashram muestran, junto a proyectos como Corde Oblique, Medusa's Spell, Damiano Mercuri y otros de trayectoria paralela como Rose Rovine e Amanti, Ianva o Camerata Mediolanense (por no hablar de Ataraxia), una revitalización vibrante de la música italiana que nos mantiene maravillados. Para conocer algo más de Luigi Rubino leamos el texto promocional...

Notas de cristal de piano, nostalgia de violín y gracia de chelo te llevan a sentimientos intensos, emotivos, conmovedores e intimistas. Como una banda sonora original, la música dibuja el escenario sin tiempo más placentero y celestial que puedas imaginar. Luigi Rubino comenzó a tocar y estudiar piano con diez años, con profesores italianos y extranjeros. Teclista con Ashram, ha colaborado con bandas como Argine, Corde Oblique, Trees... Hoy día se dedica a sus propias composiciones originales que aman la música clásica del siglo XX (Debussy, Poulenc, Bach, Pergolesi, Rachmaninov, Chopin, Wagner y también Satie, Keith Jarrett, Arvo Part o Morricone).

La música de Luigi es de tacto suave y sensaciones intensas, mueve a la nostalgia cuando es escuchada en las últimas noches ventosas de la primavera sin dar rienda suelta a la tristeza, más bien invitando al recogimiento y la intimidad en uno mismo y sus recuerdos ahora tibios, ya no tan fríos.

Las melodías de piano están dotadas de gran personalidad e ilustran los diferentes pasajes sin estar necesitadas de alarde alguno. Las cuerdas de Leonardo y Piero Massa (chelo, violín y viola) dan consistencia y emocionan, como en Every Desire donde toman el protagonismo, y las voces invitadas, soprano Claudia Florio (Lupercalia), mezzo-soprano Maria Portolano y Simona Giusti, brillan en su cariz puramente instrumental. El poema de Pasolini será leído al final del disco por Matile de Feo...

Gana intensidad, sin caer en el exceso, manteniendo gravedad y decoro, hacia la parte final con Before Love y Behind the Clouds pero es un disco prominente, ilustre, que invita a escuchas completas en ambiente tranquilo y sin interrupciones... momentos en los que podremos dejar vagar nuestro, habitualmente circunspecto, espíritu neoclásico en sus melancólicos, decadentes y solitarios, parajes que, quizá, ya nos fueran conocidos y de los que en ocasiones tratamos de huir para acabar regresando extenuados.


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